Un plato típico de mar y montaña, que podemos encontrar en muchos de nuestros estupendos restaurantes de la costa. El peculiar aroma de los níscalos, cogidos en temporada, se mezclan a la perfección con esos productos frescos del mar, como son las sepias y las gambas. Si queremos elaborar este plato en cualquier época del año, podemos emplear níscalos en conserva, pero el sabor no será el mismo.
Ingredientes
Para 4 personas
750 gr. de sepias
16 gambas
500 gr. de níscalos (rovellones)
2 cebollas medianas
200 ml. de vino rosado o tinto
aceite de oliva
sal
agua mineral
Elaboración
Limpiaremos bien las sepias, las dejaremos escurrir bien y las cortaremos a trozos.
En una cazuela con un poco de aceite de oliva, haremos la sepia, hasta que haya eliminado toda el agua, dándole varias vueltas.
En una sartén con un poco de aceite, saltearemos las gambas peladas, ligeramente, con un par de minutos es suficiente. Las retiraremos y reservaremos.
Verteremos el aceite de freír las gambas a la cazuela de la sepia, además de las cebollas ralladas, removiendo a menudo, a fuego suave, para que no se nos queme.
Cuando la cebolla esté dorada, añadiremos el vino rosado o tinto. Taparemos la cazuela y la dejaremos cocer, para que se vaya ablandando la sepia.
Una vez que se haya reducido el vino, verteremos un poco de agua tibia, dejándolo cocer, a fuego bajo.
Seguidamente, agregaremos los níscalos (procuraremos que sean pequeños, de botón), bien limpios.
Taparemos de nuevo la cazuela y lo dejaremos cocer unos 15 a 20 minutos más.
Finalmente, incorporaremos las gambas reservadas. Sazonaremos y dejaremos que se mezclen los sabores, dejándolos cocer unos 5 minutos más.