Si disponemos de unas excelentes sardinas frescas, podemos elaborar esta estupenda receta, donde procuraremos que nuestro proveedor habitual, nos elimine cabezas, vísceras y todas las espinas, dejándolas abiertas, como si fuese una mariposa.
Ingredientes
950 gr. de sardinas. (sin cabezas, vísceras y espinas).
300 gr. de calabacines.
2 dientes de ajo.
2 cucharadas de perejil fresco picado.
2 cucharadas de pan rallado.
1 nuez de mantequilla.
1 cucharada de aceite de oliva.
1 paquete de masa quebrada.
1 cucharadita de orégano picado.
sal y pimienta negra molida.
Elaboración
Cortar los calabacines en rodajas de 0,5 cm. aproximadamente.
Poner en una cazuela con aceite de oliva, el calabacín y los dientes de ajo, pelados y picados. Rehogarlos, a fuego fuerte, durante 3 minutos.
Sazonar los calabacines con sal, pimienta negra recién molida y un poco de perejil fresco, recién picado.
Remover suavemente con una cuchara de madera, para que se mezcle bien y espolvorear por encima con pan rallado.
Retirar la cazuela del fuego y dejar reposar, hasta que se enfríe.
Lavar todas las sardinas, que ya tendremos abiertas como una mariposa, sin las cabezas, vísceras y espinas, debajo del chorro del grifo, hasta que estén bien limpias, las escurrimos y secamos con papel absorbente.
Engrasamos ligeramente con mantequilla, la base de un molde redondo de horno y ponemos la mitad de las sardinas con la piel hacia abajo, formando un círculo.
Repartir por encima del pescado, las rodajas de calabacín y el ajo rehogados.
Precalentamos el horno a 200ºC. Colocamos el resto de sardinas, esta vez con la piel hacia arriba, encima de los calabacines.
Espolvorear por encima con una cucharadita de orégano picado.
Cubrir toda la preparación con un círculo de masa quebrada de tamaño un poco mayor que el molde y remeter los bordes alrededor de las sardinas.
Hornear durante 45 minutos aproximadamente, hasta que la masa se haya dorado por encima.
Retirar del horno, desmoldear y servir en una fuente.