Un plato cuya receta nos viene del Pirineo, en el que la dificultad será los tiempos de cocción, tanto de la ternera como del pollo de corral. La carne de este último nos aportará una gelatina que junto con los rovellones (níscalos), nos aportarán un guiso muy exquisito. Si además acompañamos el plato con un buen tinto de reserva, como un Priorat, tendremos un maridaje perfecto.
Ingredientes
Para 4 personas
800 gr. de pecho de ternera en una pieza
500 gr. de pollo de corral cortado en trozos pequeños
500 gr. de rovellones (níscalos)
1 tomate maduro
1 cebolla
2 dientes de ajo
14 almendras tostadas
7 avellanas tostadas
100 ml. de brandy
harina
4 ramitas de perejil
aceite de oliva
sal
pimienta negra molida
Elaboración
Salpimentaremos la pieza de ternera Y la asaremos en el horno precalentado a 180 °C. durante 2 horas.
En una cazuela con 3 cucharadas de aceite de oliva, freiremos los trozos de pollo salpimentados.
En una sartén con aceite de oliva, freiremos la cebolla picada, hasta que esté transparente, durante unos 10 a 15 minutos.
Añadiremos el tomate, pelado y sin semillas, picado, dejándolo freír 5 minutos más.
Pondremos esta salsa en el vaso de la batidora junto con las almendras, las avellanas, los dientes de ajo, el perejil y el brandy, triturándolo bien.
Verteremos esta salsa a la cazuela con el pollo, dejándolo cocer, a fuego suave, al menos durante 1 hora. Si es necesario le añadiríamos agua mineral caliente.
Limpiaremos los rovellones (níscalos), lo pasaremos por harina y los freiremos en una cazuela grande con aceite de oliva.
Los escurriremos y añadiremos a la cazuela con el pollo junto con la ternera que hemos cortado en filetes finos. Rectificaremos de sal y lo dejaremos unos 5 minutos más.