Pondremos las almejas en un recipiente cubiertas de agua fría y 1 puñado de sal, para que suelten la arenilla que pudiesen tener, durante 1 par de horas.
En una cacerola con un poco de aceite de oliva, doraremos los dientes de ajo, la cebolla y el pimiento, todos cortados muy finos. Le añadimos el perejil y la hoja de laurel.
Cuando esté lista la salsa, incorporaremos las almejas lavadas, removiéndolas un poco. Les agregaremos el tomate frito, el sobre de azafran, el vino blanco y el pan rallado, sazonándolo con sal y pimienta y dejándolo cocer, a fuego suave, unos 10 minutos.
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Solo es una cuestión de gustos...
«El vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza.» José Ortega y Gasset.
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